domingo, 3 de mayo de 2009

Cuarta: Como a la antigua

Pequeña ironía, el nombre del localito en Allende 38 –1, a unos metros del
Café Jarocho por la calle Cuauhtémoc en Coyoacán.

“Como a la Antigua”
es
más
bien joven. Era una tortería hasta 1996, cuando cayó en manos de Martha Izquierdo, quien le deseaba más azúcar y canela que jamón y queso. Martha infundió el espíritu de panadería cuando resucitó un vejestorio de horno para cocer masa cruda de bisquets, adquirida en artesa ajena.

La idea resultó magnífica. Tanto, que amplió su variedad a cuernos, conchas y teleras, pero de ahora en adelante serían fabricadas ahí mismo, con recetas y técnicas de pueblito, “como a la antigua”.

Pero ése no es su atractivo, no. Ni sus panqués, ni sus galletas de anís. Tampoco su último agregado al menú: variedades de café que van del americano al capuchino de rompope. Eso sería muy pálido.

La receta que vale la pena es cómo sentirse niño de nuevo.

¡En serio! --¿Recuerdan cuando las perillas en las puertas nos llegaban a los ojos y los adultos medían dos metros sesenta? Pues bien, “Como a la Antigua” lo trae de regreso. Mírense la mano con la que escriben y estiren la palma tanto como puedan… un poco más… más… Así de grandes son las donas.

Megadonas hay de azúcar, canela, naturales… O bien, pedimos que nos hagan una. Quien atiende, tornea el pan desnudo sobre un depósito de –por ejemplo— chocolate caliente. Y le desliza con tal maestría que verdaderamente se antoja. Consta que sí hay un “arte de glasear donas”:

Esta mezcla de harina, pan y levadura, de corteza firme y esponjada, sabe que la masa del pan debe tener la dignidad de la masa del pan, no del aire. Es un bombón de trece pesos para compartir y si adoramos el pan dulce, para no compartir.

Pregunta, ¿cómo disfrutar mejor la actualidad? Respuesta, de vez en cuando, como a la antigua.


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